La enfermedad de Parkinson, reconocida principalmente por sus síntomas motores como el temblor y la rigidez muscular, es en realidad mucho más compleja y va más allá de lo físico. Investigaciones recientes revelan que los síntomas no motores, como la pérdida del olfato, alteraciones del sueño, problemas gastrointestinales y la depresión, pueden preceder años, e incluso décadas, a la manifestación de los síntomas motores.
Olfato, sueño y depresión: Primeras señales de Parkinson:
Uno de los primeros indicadores del Parkinson es la anosmia, la pérdida del olfato, que afecta al 90% de los pacientes años antes del diagnóstico. Además, los trastornos del sueño REM (RBD), en los que los pacientes actúan físicamente durante el sueño, pueden ser señales tempranas clave, según estudios en The Lancet Neurology.
La depresión también se presenta con frecuencia antes de que los síntomas motores sean evidentes. Alteraciones en neurotransmisores como la dopamina y serotonina en el cerebro son factores cruciales que contribuyen a esta condición, destacan estudios especializados.
Síntomas gastrointestinales y otras señales a tener en cuenta:
Además de los síntomas motores, como el temblor y la rigidez, otros síntomas menos conocidos también pueden ser indicativos de Parkinson. Por ejemplo, el dolor en articulaciones como hombros y codos es reportado en un 30-40% de los casos, lo que a menudo lleva a diagnósticos erróneos. El estreñimiento crónico también puede ser un signo precursor, ya que se sugiere que la patología podría originarse en el intestino antes de propagarse al cerebro.
Avances en tratamientos:
Si bien el tratamiento actual se enfoca principalmente en el reemplazo de dopamina mediante fármacos como la levodopa, también están en desarrollo terapias neuroprotectoras. Recientemente, la FDA aprobó ensayos clínicos para un fármaco dirigido a la alfa-sinucleína, proteína clave en la formación de cuerpos de Lewy, una de las características del Parkinson.
Los expertos insisten en la necesidad de aumentar la conciencia pública sobre los síntomas no motores del Parkinson y en capacitar al personal médico de primer contacto, lo que podría mejorar significativamente la calidad de vida de los pacientes y su pronóstico.